Se llamaba el Parque de los Novios, pero no era el único; en Bogotá, Santa Marta y La Dorada hay otros que también se llaman así. Había quienes lo conocían como el Parque de los Enamorados, como si fuera uno de los arcanos del Tarot. He notado que todavía hay gente que lo llama de ambas formas, es difícil zafarse una tradición de tantos años. Tal vez por eso, aunque el parque haya cambiado de nombre para ser menos machista, lo sigue siendo.
Antes, el parque llevaba el nombre del escritor Rafael Arango Villegas, un humorista que derrochó veneno patriarcal: en Cómo narraba la historia sagrada el maestro Feliciano Ríos dice: «¡Ya ve cómo son de orgullosas las mujeres, y sepa que están aquí en el mundo porque a nosotros nos dio la gana! Porque nos dio lástima de ellas y le dijimos [a Dios] que las hiciera. Él no había pensado ni por un momento en ellas. Este mundo estaba organizado para funcionar con hombres».
En el Zohar, texto fundamental de la cábala judía y uno de los grandes libros sagrados de la humanidad, se explica: «“Costilla” y “flanco” corresponden al hebreo zela, que generalmente se traduce por “costilla”, pero en el texto se habla de “lado” porque se trata de enfatizar que Eva fue creada partiendo a Adán y arrancándole todo un lado que después se convirtió en Eva». El mito también narra que Dios primero creó a Adán y a Lilith, hombre y mujer al mismo tiempo, pero esta segunda desobedeció los mandatos patriarcales y por eso se creó a Eva. Significa que no nacimos por los deseos de ningún hombre, ni nos crearon de un pedacito de su cuerpo.
Hace menos de una década lo rebautizaron Parque de la Mujer Luz Marina Zuluaga, la primera miss universo colombiana que, para quienes no lo saben, era manizaleña. No niego que me preocupa el mensaje que entrega considerar a una reina como «el modelo de mujer caldense», pero habría que saber de quién estamos hablando: Luz Marina obtuvo logros más allá de su belleza; ejerció cargos públicos y trabajó en la Cruz Roja.
Este proyecto de renovación urbanística y ambiental, en el que se invirtieron más de tres mil millones de pesos, tiene un Punto de Atención para la Mujer (PAM), paneles solares y un ascensor que facilita el acceso entre la carrera 22 y la avenida Santander. Sin embargo, el parque de la Mujer todavía esconde mensajes machistas y transfóbicos. Sus representaciones artísticas exaltan a la mujer, pero no fueron hechas por ninguna de ellas: el busto de la reina es obra de Jorge Vélez Correa; y el texto que recorre los escalones es del cura mexicano Rodrigo Aguilar Martínez.

¿No había artistas mujeres para incluir en este proyecto? Claro que sí. Caldas es cuna de escritoras: Adriana Villegas hizo una investigación que lo comprueba, el Ministerio de las Culturas y el Banco de la República las están rescatando, pero a la gente que define las renovaciones urbanas en la ciudad se le pasó por alto. También invisibilizaron a las artistas plásticas.
Pero eso no es todo: ¿Debería usarse el espacio público para difundir ideas machistas y de tono religioso en un estado laico? La oración del cura dice cosas como: «Te pedimos por las mujeres buenas y generosas… Por la mujer que es madre: que conozca en la maternidad el florecimiento de su feminidad. Creada para la relación, sea sensible, tierna y abnegada».
En su libro El segundo sexo, Simone de Beauvoir descubrió que la mujer era un constructo social definido en relación con el hombre, y que es allí donde radican las causas de la opresión de las mujeres. «De todas las hembras mamíferas ellas es la más profundamente alienada y la que más violentamente rechaza esta alienación», decía, refiriéndose a la función reproductora, que contrario a lo que creía el cura mexicano, no determina nuestro destino: no somos más mujeres por ser madres. No creo que la mujer tenga pretensiones de abnegación sino todo lo contrario; eso ya lo dejó en claro Lilith: hay quienes somos desobedientes y no tenemos miedo a ser expulsadas de su paraíso.
Para completar la ironía, en 2016, cuando el parque obtuvo su nueva identidad, hubo medios que dijeron que «cambió de género». Es un transparque, entonces, y se supone que en el PAM también atienden a la población LGBTI, pero los versos del cura puntualizan en el binarismo: «Te pedimos Padre Bueno por todos nosotros, varones o mujeres».
Es un parque revictimizante.
