La senadora María Fernanda Cabal, hoy candidata presidencial por el Centro Democrático, publicó en su cuenta de Instagram un video en que muestra, cándidamente, su degustación de un turrón que le regalaron por las calles de Santa Rosa de Cabal (Risaralda). Mientras abría el paquete, emprendió una de sus maromas discursivas más eficaces; lo que en comunicación política suele llamarse “efecto de credibilidad” o “ethos”, es decir, la deriva de un ejercicio retórico revestido de tanta seguridad y confianza, que genera persuasión en la audiencia incauta.
Las palabras que esputó fueron las siguientes: “Estoy aquí, en Santa Rosa de Cabal, y me regalaron un turrón; y empieza uno a mirar y ve todos esos rombos, ejos sellos jorribles que nos dicen ‘¡Ay, el azúcar es malo, todo es malo!’. Esa mamertería vino de Chile, de Perú y después la adoptaron aquí (…) imagínese, pues, ahora uno pedirle permiso a los mamertos a ver si se puede comer algo. Nos falta que nos claven el sello aquí (en la frente). Como les he dicho: uno se come lo que le da la gana”.
Pero idiotas no somos. Teun A. van Dijk, uno de los principales referentes del análisis crítico del discurso (ACD), sostiene que el discurso es una forma de ejercicio y reproducción del poder social, un mecanismo ampliamente utilizado por las élites para legitimar el racismo y la exclusión.
Van Dijk rastrea en libros como Racism and Discourse in Spain and Latin America, cómo la fórmula “ellos” vs “nosotros” establece una distinción entre el bien y el mal, la seguridad y el peligro, el progreso y el estancamiento. Esos “ellos” (“Los nadie”, dicho de otro modo por nuestra vicepresidenta Francia Márquez) son los mal llamados “grupos minoritarios”: inmigrantes, opositores políticos, negros, mujeres, pobres… que constituyen la amenaza frente al bien común.
A saber, los “mamertos” que menciona María Fernanda Cabal, son los “ellos” que señala el lingüista neerlandés; un grupo de arbitrarios que están, como dice en el copy de su publicación, “dañando” los empaques de la comida en Colombia. No se trata de una decisión basada en la ciencia, con perspectiva de beneficio en la salud pública del país, sino de un capricho estético de esos “otros” a quienes hay que consultarles hasta lo que entra por la boca. Habrá entonces que preguntarle a la senadora si las amputaciones por diabetes tipo 2, también son decisiones estéticas de los cirujanos.
Segundo, traeremos a discusión el arduo trabajo de organizaciones como la Red Papaz, un grupo de ciudadanos que desde el 2003 trabaja por incidir en políticas públicas y marcos legales que beneficien a los niños, niñas y adolescentes del país a través de salud, nutrición, protección, relaciones de cuidado y aprendizaje.
La Red Papaz fue un eje medular en la aprobación y reglamentación de la Ley 2120 de 2021 (Etiquetado frontal octagonal de advertencia, una estrategia promovida incluso por la OMS) y la Ley 2277 de 2022 (Impuestos saludables a productos comestibles ultra procesados y bebidas ultra procesadas azucaradas); misma que hoy la senadora amenaza con eliminar argumentando un supuesto declive en la economía de los tenderos del país (“20.000 tenderos quebrados” dijo, sin poderle luego responder a Vorágine, medio de periodismo independiente, la pregunta por la procedencia de tal cifra), y asegurando una solidaria protección a su ejercicio comercial. Al respecto, ¿Se nos ocurre alguna pregunta INGENIOsa para hacerle a la senadora Cabal?
Para terminar, conviene aclarar un detalle poco menor: los “rombos” que la senadora señaló en realidad son octágonos. Esta imprecisión es una bella metáfora de su aproximación a la realidad social del país; una miopía preocupante en tanto no está claro si es un efecto involuntario de la naturaleza (en este caso de la ignorancia), o un sistemático intento por alterar la percepción de la realidad.