El fútbol, “uno de los negocios más lucrativos del mundo”

8 de diciembre de 2025

En un escenario ideal, el fútbol debería mantenerse ajeno a la cochina política, pero es imposible. Mussolini lo usó como vehículo de propaganda, lo mismo que Videla y los jeques qataríes.
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El sorteo de los doce grupos – ¡doce, de la A a la L! – fue el evento más soso, aburrido y Made in America de toda la previa de la Copa Mundo EE.UU., México y Canadá. Un mundial de fútbol tan impersonal y desdibujado que no se recordará por el país sede, como en torneos anteriores, sino por el año: 2026. Fue una transmisión de televisión de 120 minutos donde sobraron 90, porque lo que realmente interesaba al hincha era saber cómo se iban a repartir los 48 equipos (42 clasificados y seis que entrarían después del repechaje en marzo). Un trámite de media hora para que los cabalistas y comentaristas deportivos hagan conjeturas sobre el destino de la selección nacional, especular sobre cuál es el grupo de la muerte, el equipos que salió beneficiado con rivales “fáciles”, y las figuras que se van a enfrentar en la primera fase.

Pero este es un evento FIFA producido por Hollywood y había que sobreexplotarlo comercialmente. Meterle relleno para pausas comerciales. Llevar actores y figuras que conecten con los televidentes gringos que no saben de soccer pero sí de celebridades, y chascarrillos bobalicones libreteados para hacer parecer simpático a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, delante del presidente estadounidense Donald Trump. Un tipo tan embustero que dijo en la transmisión que de niño vio jugar a Pelé en el Cosmos de Nueva York, por allá en 1977, cuando el brasileño tenía 37 años y Trump 31.

Para colmo de males, Infantino le “regaló” a Trump un premio de la paz inventado por la FIFA, “por sus acciones excepcionales y extraordinarias en favor de la paz y, al hacerlo, ha unido a personas de todo el mundo”. Un “reconocimiento” a un personaje disociador, egocéntrico, que tiene grupos paramilitares haciendo redadas para cazar inmigrantes legales e ilegales, que alimenta los prejuicios, y que está denunciado por crímenes de lesa humanidad tras los bombardeos a lanchas y muertos en el mar Caribe por supuesto narcotráfico. Un reconocimiento que Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch, pone en duda y que Nick McGeehan, director de la ONG Fair Square, que vela por los derechos humanos, calificó de ser una estrategia comercial a corto plazo de la FIFA, “pero obviamente es muy perjudicial para la integridad y la reputación del deporte”.

En un escenario ideal, el fútbol debería mantenerse ajeno a la cochina política, pero es imposible. Mussolini lo usó como vehículo de propaganda, lo mismo que Videla y los jeques qataríes. Sin embargo, este deporte no necesita de esas frivolidades de alfombras rojas y actores que no tienen idea de lo que fue el Maracanazo o que el alemán Miroslav Klose es el máximo artillero de los mundiales. Los hinchas sabemos que la fiesta está en la tribuna y el drama y la emoción están en la cancha. Lo demás son arandelas. Ningún futbolero se pregunta qué artista hará el espectáculo inaugural o el del medio tiempo en la final porque no nos interesa; nuestras mentes y corazones están en el juego así no sea nuestro equipo el que esté jugando, porque así de emocionante es el fútbol. No como el beisbol o el fútbol americano, que son lentos y limitados en cuanto al repentismo. Además, llenos de pausas para que los anunciantes nos vendan sus productos y los productores cobren: 30 segundos de pauta comercial durante el Super Bowl de este año costaban 8 millones de dólares, porque el evento dejó de ser deportivo para ser la plataforma publicitaria más costosa del mundo, según el portal de datos Statista.

Es lo que hay y lo que se nos viene con la Copa Mundo del 2030, la del centenario, que se jugará en tres continentes y con la participación de 64 selecciones. Ese amante del buen fútbol que fue el periodista uruguayo Eduardo Galeano ya lo había dicho en su libro Fútbol a sol y sombra (1995): “El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”.

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  • Dice que nació en Cali la noche del 17 de noviembre de 1982. Hincha del Chapecoense, tiene foto en la Puerta 12 del Estadio Monumental. Sueña con ir un 15 de abril al Estadio de Hillsborough. Lleva libros a los partidos para leer en el entretiempo.

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