Dizque satánico

27 de julio de 2025

Cada cual profesa la religión que quiere, pero una cosa es la creencia personal y otra que alguien que representa los intereses de los caldenses ni siquiera se motive a averiguar por la cultura de esta región.
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La fiesta más bonita, más colorida, más vistosa y más alegre que tiene Caldas es el Carnaval de Riosucio. Cada dos años en enero una multitud acude al pueblo de las dos plazas, el paraíso reclamado de Jorge Aranda, para enfiestarse al ritmo de Salve, salve, placer de la vida: para gozar los desfiles de cuadrillas mayores y menores; para disfrutar las letras picarescas en las casas cuadrilleras; para admirar los trajes y maquillajes elaborados y el enorme talento musical de niños y adultos; para tomarse fotos con ‘Su majestad’, el diablo rojo de cuernos, colmillos, calabazo y alas de murciélago, y para desayunar o almorzar en la Plaza de Mercado de Riosucio, en donde turistas de capa, cachos y cola comen como los dioses y alivian el infernal guayabo con caldo celestial.

No estamos en enero sino en julio, pero esta semana el Carnaval se tomó las calles de Manizales. Vino una delegación grande que desfiló en el centro por la carrera 23 y llegó a la Gobernación para acudir en masa a la Asamblea Departamental, ese recinto lleno de señores de saco y corbata que, de pronto, el lunes por la mañana y en horario de oficina, se inundó con la energía de una fiesta que contagia las ganas de abrazar. Al final de la sesión la ordenanza número mil declaró que el Carnaval es a partir de ahora patrimonio cultural de Caldas. Salve, salve.

Carnaval de Riosucio 2025.

Qué bueno por los matachines, pero qué pena con todos los asistentes. Qué vergüenza con la gente que vino de Riosucio a promover su tradición y su cultura y tuvo que escuchar lo que escuchó. Con personas que desde la infancia pertenecen a una cuadrilla y que dedican esfuerzo, tiempo y plata a una tradición antiquísima que hoy es patrimonio cultural de nuestro territorio. Hoy le dicen “cringe” a esa sensación que en mi adolescencia llamábamos “oso”. Trágame tierra. Pena ajena. Pena y malestar. Eso sentí al oír lo que dijeron dos diputados sobre la fiesta más bonita, más colorida, más vistosa y más alegre que tiene Caldas, como ya dije, pero puedo repetir. Una fiesta que fusiona música, danza, literatura, teatralidad e historia, en medio de un enorme jolgorio, en un municipio que hasta hace pocos años padeció una violencia atroz.

Dizque satánico. Dizque diabólico. Dizque el carnaval atenta contra sus principios religiosos. ¿Han ido? ¿lo conocen? Obviamente la libertad de cultos permite que cada cual profese la religión que quiera, pero una cosa es la creencia personal y otra distinta es que con el aval de un partido político alguien se siente en una curul a ganarse un salario millonario para representar los intereses de los caldenses y ni siquiera se motive a averiguar por la cultura y la historia de esta región y, en cambio, pretenda que sus creencias personales sean asunto de interés colectivo. El Carnaval de Riosucio, conocido también como Carnaval del Diablo, tiene a su majestad como protagonista, pero abundan los textos, los relatos y los trabajos de historiadores que han explicado infinidad de veces el significado simbólico del diablo del carnaval, que no es el Satanás castigador de la Biblia sino una figura festiva que se quema en el último día del encuentro.

Carnaval de Riosucio 2023. Crédito: Adriana Villegas Botero.

María Isabel Gaviria, del MIRA (partido cristiano que ahora trabaja en alianza con el Nuevo Liberalismo y con Dignidad, de Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo) y Jorge Ariel Carmona Guzmán, del Partido Conservador, dijeron que no apoyan la declaratoria del Carnaval como patrimonio departamental, porque según ellos, su religión se los impide.

En declaraciones a La Patria la diputada del MIRA dijo: “Aunque nos han contado que se quiere apartar el diablo, no es así. Esto es una ordenanza que se aparta para mí de lo cultural y por eso es imposible votarlo positivo. Mi coherencia y creencia desde hace 40 años que soy cristiana me aparta totalmente de este proyecto donde al final de la socialización dijeron: ‘su majestad el diablo va a estar feliz’ me hace pensar que esto es una fiesta pagana”.

El diputado Jorge Ariel Carmona Guzmán agregó: “afecta mis convicciones más profundas, así como las cristianas que he formado en mis 29 años (…) esta ordenanza es antagónica a mis creencias y convicciones personales frente a lo que significa la figura del diablo”.

‘Su majestad el diablo’, festivo, carnavalero y dadivoso, debe pensar «perdónalos porque no saben lo que hacen». O como diría la senadora de cuyo nombre no quiero acordarme: «¡Estudien, vagos!».

Ahí está, por ejemplo, la obra del historiador Álvaro Gartner, quien ha documentado el rito tradicional del Carnaval, con su historia y sus distintos componentes. Gartner es autor de un hermoso libro para niños (y también para adultos no iniciados en el placer de la lectura) con muchas ilustraciones y textos breves. Se llama Un pequeño matachín de Riosucio, en donde un niño, en compañía del Padre Carnaval y el Diablo, recorre los principales momentos de la fiesta, su origen indígena, la razón de celebrar al diablo (y quemarlo), las actividades que se realizan en cada uno de los cinco días del Carnaval, los trajes, las cuadrillas y la tradición que hay detrás de cada momento de la fiesta. El libro deja claro (claro clarísimo) porqué es un error monumental confundir al Lucifer bíblico con el diablo del Carnaval de Riosucio.

Un pequeño matachín de Riosucio, de Álvaro Gartner.

Otro autor fantástico es Antonio García Ángel, quien por estos días anda promoviendo su nuevo libro Que pase lo peor, aunque no es de esa obra de la que nos vamos a ocupar acá. En 2023 García Ángel ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar por una serie de tres crónicas radiales que produjo para Radio Nacional de Colombia, sobre el Carnaval de Riosucio. Allí entrevista al historiador Álvaro Gartner, pero también al alcalde de ese momento, a los cuadrilleros, hoteleros y turistas, para contar lo bueno, lo malo y lo feo del Carnaval, porque la fiesta más bonita, más colorida, más vistosa y más alegre de Caldas también tiene su “oportunidad de mejora”, como dirían los coach organizacionales: en Riosucio no hay cama pa’ tanta gente, ni restaurante pa’ tanta gente, ni baño pa’ tanta gente, ni parqueadero pa’ tanta gente. El Carnaval desborda la capacidad del municipio. Así como hay diputados que creen que se trata de una fiesta satánica, hay turistas que llegan atraídos por esa quimera. Gente que viaja hasta Riosucio con ganas de mucha rumba, mucha droga y poca ducha y dejan a los lugareños viviendo en el lugar equivocado y con las calles oliendo a chichí.

El escritor Antonio García Ángel en el Carnaval de Riosucio de 2023.

Otro pódcast que vale la pena escuchar es el capítulo que Diana Uribe le dedica al Carnaval de Riosucio, en donde explica que la historia de esta fiesta cultural se remonta al origen de Riosucio, un pueblo que nació de la reconciliación entre los indígenas de Quiebralomo y los de La Montaña. El Carnaval, asegura ella, es un espacio para recordar la posibilidad de convivir armónicamente en medio de las diferencias. “En Riosucio ‘su majestad el diablo’ pierde la maldad porque es el resultado de una fusión y una parcería. Se vuelve un diablo bonachón que se resignifica y se convierte en símbolo de la alegría. El carnaval ocurre en la ‘República del Carnaval’ en donde estamos en otro orden y otro territorio, donde todo lo cotidiano se trastoca, y hasta el diablo pierde sus poderes. Es un diablo amable, como el que también se puede rastrear en diversas obras de la literatura, en autores como por ejemplo Tomás Carrasquilla”, señala Diana Uribe.

Estamos en julio de 2025. El próximo Carnaval será en enero de 2027. Para garantizar cama, baño y comida conviene reservar con tiempo. Reciba este mensaje como un servicio social: no deje de asistir a la cita con ‘su majestad’. Salve, salve placer de la vida.

Y por el pecado no se preocupe: las iglesias de Riosucio también hacen parte de la celebración.

El pueblo carnavalero en enero de 2017.
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  • Manizales, 1974. Periodista, abogada y doctora en literatura. Autora de la novela El oído miope (Alfaguara, 2018) , el libro de cuentos El lugar de todos los muertos (Secretaría de Cultura de Caldas, 2018) y el relato juvenil Sakas (Matiz, 2023). Profesora en la Universidad de Manizales. Ha recibido tres veces el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Escribe columnas quincenales los martes en El Espectador. Dirige Barequeo.

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Directora Adriana Villegas Botero