Ana María Mesa Villegas nos pidió una miradita mientras levantaba con su brazo derecho el celular, buscando un ángulo en el que pudiéramos aparecer Adriana Villegas Botero, Camilo Vallejo Giraldo y yo, mientras tomábamos algo en Tazzioli, el café que hay en el segundo piso de la catedral basílica de Manizales. Una selfie, tomada en la tarde del 3 de noviembre de 2023, aparentemente intrascendente como lo pueden ser la mayoría de las 2.3 billones de fotografías que se toman a diario con teléfonos celulares alrededor del planeta.
Posteriormente, la imagen la subió a la red social X (antes Twitter). “De izquierda a derecha: la doctora, el jurídico, el minero y la pelimorada. @Adrivillegas, @CamiloVallejoG, @Demeuna y yo (@animesa)”, es el texto que acompaña la foto. Horas más tarde, la reacción de otras personas a ese momento compartido, me sorprendió.
Hay encuentros de personajes que, gracias a que fueron capturados por una cámara, se volvieron históricos. En 1919, tras firmarse el Tratado de Versalles, registraron de manera casual al presidente estadounidense Woodrow Wilson, y a los primeros ministros de Reino Unido, Francia e Italia (David Lloyd George, Georges Clemenceau y Vitorio Emanuele Orlando). Están en la acera, frente a la puerta de lo que puede ser un restaurante, conversando. Se ríen y se señalan; lejos de la pompa y seriedad mostradas en otras fotos de ese encuentro que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
En 1943, un fotógrafo anónimo registró la sonrisa del premier soviético Joseph Stalin, durante una conversación con el primer ministro británico Winston Churchill y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Celebran el cumpleaños de Churchill en Teherán, en plena Segunda Guerra Mundial, y se ven botellas de vino y las velas encendidas sobre la torta. Para ese entonces, la Unión Soviética ya superaba los 10 millones de muertos en ese conflicto, la Gran Bretaña estaba asediada por los bombardeos nazis, y los Estados Unidos se sumaban a la guerra tras el ataque a la base militar de Pearl Harbor. Sin embargo, tienen tiempo para reír.
Y en Colombia hay una foto icónica: son los escritores Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez, caminando por la calle junto al pintor Fernando Botero. “Tres celebridades de Colombia fotografiadas en una calle de Bogotá en 1959”, dice el texto que acompaña la imagen que, al parecer, no se tomó en la capital colombiana sino en Ciudad de México en 1960. Sin darle importancia al lugar o la fecha, esos tres personajes, que para ese entonces apenas se destacaban en sus oficios, serían fundamentales en la cultura nacional. Creadores de mundos, de historias, de estilos que hoy son referencia global. Y ahí están en esa foto, informales y conversando quién sabe de qué; Botero de gafas oscuras, Mutis está sonriente y Gabo entreteniéndolos con algún cuento.
No sé si ese momento que captó Ana María Mesa vaya a tener alguna relevancia en el futuro. O si nuestros trabajos serán reconocidos e influenciaran a otros. Pero, por un momento, las reacciones de algunas personas a esa foto me hicieron sentir que algo bueno sí estamos haciendo “esas cuatro celebridades manizaleñas fotografiadas en un café”.
En un futuro los metadatos dirán cuándo y dónde se tomó esa foto, mas no lo que conversamos la doctora, el jurídico, la pelimorada y el minero. Una selfie con risas luego de un funeral. Según el portal photutorial.com, esa es la peor circunstancia para hacerse una foto, rechazada por el 94% de las personas encuestadas (https://tinyurl.com/2s4z8ec6). El momento y la imagen son el reflejo del talante de quienes estamos ahí: unos salmones nadando a contracorriente.
Esta columna fue publicada originalmente en Demeuna.com el 11 de noviembre de 2023.
