Podríamos empezar por reconocer que nuestras ciclorrutas no son exitosas, pues se utilizan muy poco, tanto en Manizales como en las otras capitales de la región.
Según datos del año 2021, el 1.55% de los ciudadano se desplazaba en bicicleta en (Manizales Cómo Vamos-El Tiempo), aunque el dato del estudio de la Universidad Nacional afirmaba que era el 0.6% ese mismo 2021. Y la encuesta de Manizales Cómo Vamos para el 2024 muestra que incrementó al 3% (4 de marzo de 2025). Es decir, una minoría absoluta pero que crece. Eso sí, ser usuario habitual de la bicicleta en Manizales no significa que esa persona se desplace frecuentemente por las pocas ciclorrutas que tenemos, particularmente por la principal que va por la Avenida Santander hasta Milán, o la del sector de Chipre. Podemos especular que solo la mitad de esos ciclistas necesita circular a través de esas dos vías arterias para ir a su trabajo o a estudiar, con lo cual entendemos por qué es relativamente bajo el uso de esta franja preferencial.
Ahora bien, esa minoría hay que respetarla, incentivarla y darle garantías para su desplazamiento, pero siguen siendo muy pocos los usuarios de ese espacio, el problema de movilidad sigue sin resolverse, y el ideal de tener un número más significativo de ciclo-usuarios sin lograrse. El hecho de que las personas en sillas de ruedas utilicen estas rutas reservadas es un mal menor frente a la imposibilidad de se desplacen por los andenes. Asimismo, que los usuarios de patinetas eléctricas y de bicicletas eléctricas se sientan allí a su anchas es señal equívoca. Máxime ahora cuando se nota que el número de ciudadanos que se desplazan en bicicletas eléctricas va a crecer mucho más que los que lo hacen con el esfuerzo de la piernas. Esto, sin ahondar en el creciente problema de los motociclistas que viajan por la ciclorruta.
En forma similar, en Pereira, a pesar del clima y la topografía menos duros para los ciclo-viajeros que los de Manizales, se ven un poco más de personas que utilizan la bicicleta como medio habitual de su transporte, pero no se los ve transitando principalmente por las ciclorrutas de la Avenida Circunvalar y por detrás del centro comercial Parque Arboleda, o por la de la vía paralela o longitudinal: esas franjas permanecen vacías casi a toda hora. Y en Armenia el volumen de usuarios de las ciclorrutas no es muy diferente. Con lo que se puede afirmar que la causa del bajo uso no son la topografía y el clima de Manizales.
En contraste, es claro que las motocicletas les ganaron esa carrera a las bicicletas y al transporte masivo, en especial entre las mujeres jóvenes, usuarias crecientes de esos aparatos. Por ello, ya no será extraño que debamos pensar en carriles dedicados para las motos, que son el vehículo más involucrado y muchas veces generador de accidentes, así como de congestiones en las vías -paradójicamente.
Paralelamente, ante la incursión de las bicicletas eléctricas con diseño de moto pequeña, parece que estas rutas preferenciales para ciclistas se repoblarán de usuarios, así como sucederá en el resto de nuestras calles. Con lo cual se presentará un nuevo problema, pues no es lo mismo desplazarse por la ciclo-franja en bicicleta-bicicleta que en seudo-motocicleta: la velocidad y la capacidad de sobrepaso a otro ciclista serán motivo de nuevos tipos de accidentes. Eso sí, la diferencia de precio entre una bicicleta eléctrica (seudo-moto) y una motocicleta (de gasolina) es alto; pero es aún mayor la distancia en el precio de una bicicleta con motor eléctrico y una bicicleta común. Sin embargo, esta opción servirá a muchas personas por comodidad y facilidad de desplazamiento en esta empinada ciudad, con la ventaja adicional de que protege de las salpicaduras cuando llueve. Eso sí, serán esperables las complicaciones de tráfico en la medida que se incremente su presencia en las vías y en particular en las ciclorrutas, como ya se nota en Bogotá.
Además, hay que decir que estos vehículos chinos que se están comercializando de manera agresiva no parecen tener mayor durabilidad; espero equivocarme, pero solo sabremos su resistencia (ajuste, recarga de la batería, repuestos y demás) cuando transcurra un tiempo prudencial -un año tal vez- de uso frecuente de estos pequeños aparatos, alternativos al uso de la potencia corporal. Eso sí, se recomienda su uso con casco tipo motociclista.
A manera de conclusión, insistamos en que se deben seguir buscando estrategias para que utilicemos mucho más las bicicletas tradicionales: esto es totalmente deseable. Pero estoy convencido de que esa cifra no crecerá pronto en Manizales —ni en otras ciudades medianas— mientras no podamos garantizarle comodidad, seguridad, y cierta prioridad en algunas rutas a los bici-usuarios; no solo por la ciclorruta de la Santander, sino en toda la ciudad. Además, claro está, de toda una formación de actitudes favorables a su utilización, infraestructura y encadenamiento o integración de la bicicleta con un transporte masivo confortable y fiable. Por ahora, alistémonos para seguir recogiendo motociclistas accidentados y preparémonos para compartir las vías y la ciclorruta con las bici-eléctricas bajitas, que subirán raudas nuestras pendientes.