No tengo claro a partir de cuántos libros publicados se puede empezar a decir que un autor es un escritor prolífico pero creo que Octavio Escobar Giraldo ya lo es. En este espacio he comentado más de 10 títulos suyos, entre novelas, poemarios y libros de cuentos.
«Manu», su último libro, es el cuarto que dedica al público infantil y juvenil, después de Las láminas más difíciles del álbum, El mapa de Sara y El viaje del príncipe, aunque también al menos la mitad de los cuentos de El color del agua podría caber en esa categoría de «literatura infantil y juvenil», que siempre resulta tan problemática. ¿Qué es un libro infantil? Tener como protagonista a un niño o adolescente no necesariamente lo define, porque dudo que alguien considere El diario de Ana Frank como un libro infantil. ¿Es el tema? ¿Es el tono? La categoría de «literatura infantil» apela a un lector de nicho, limitado a un rango de edad, pero yo misma publiqué el año pasado «Sakas», un libro que se supone que también va para ese público, y en las dedicatorias que firmé escribí algunas veces que el libro es para el niño interior que habita en cada lector, independiente de la edad biológica que revele la cédula.
Mi niña interior viajó con «Manu» a través de los túneles que conectan a todas las ciudades del mundo y que salen de las piscinas de pelotas que hay en los centros comerciales. Comprendió perfectamente la explicación según la cual los cordones de los zapatos se desamarran porque en realidad son lombrices juguetonas, y admiró los atardeceres anaranjados que se disfrutan desde Manizales, con el Cerro Tatamá como límite visual.
«Manu» tiene todas las características que se esperan de un buen libro infantil: es alegre, juguetón, se lee con agilidad, su protagonista despierta simpatía y además el libro se complementa con ilustraciones hermosas, de Elizabeth Builes, que le ponen cuerpo a lo que Octavio Escobar narra.
Pero además de mi niña interior, me acerqué a la lectura de «Manu» como la adulta que soy y sabiendo que Octavio Escobar Giraldo es un escritor al que le gusta el juego y la experimentación en sus textos. Lo que encontré fue una primera capa de lectura que presenta a un personaje juguetón y fantasioso, pero, en otra capa, encontré un libro acerca de lo que no se narra. Es decir: normalmente a los escritores les preguntan «de qué se trata tu libro», o «de qué va tu novela». En este caso pareciera que Octavio Escobar se preguntó eso pero, al mismo tiempo, se preguntó también de qué no va a hablar. De identificar cuáles son los elementos claves que no se mencionan, que se le esconden al lector y que es éste el que debe aceptar sumergirse en la lectura, sin datos esenciales.
¿Manu es Manuel o Manuela? ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo llegó a la familia en la que vive? ¿Cuáles son los detalles de lo que ocurrió con sus padres? Las respuestas, que son claves para adentrarse en este texto, están escondidas en un túnel que sale de una piscina de pelotas de color lapislázuli.Algunos subrayados
Manu me explica que algunas piscinas de pelotas se comunican por túneles que recorren el mundo, y que por eso conoce Ciudad de México y Lima (p. 9).
Cuando Manu me pide que le amarre los zapatos, me insiste en que lo haga con mucho cuidado, con suavidad, porque los cordones son gusanitos que a veces hacen fiesta y se desamarran de la emoción (p. 61).
—¿Y qué es un omnívoro?
—Que come de todo —respondió mamá—. Como papá (p. 89).
las nubes se estaban coloreando de rojo y anaranjado y al fondo se veía el relieve del cerro Tatamá, que es una reserva natural que mamá y papá visitaron muchas veces y a donde llevan a los turistas. Me alegro cuando lo veo desde la ventana de nuestra habitación (p. 100).
Creo que Manu piensa lo mismo que mamá, que los libros nunca terminan (p. 110).
Manu
Octavio Escobar Giraldo
Ilustraciones de Elizabeth Builes
Editorial Planeta
Agosto de 2024
Bogotá
128 páginas