Un pirómano seducido

11 de noviembre de 2025

Los primeros oficios que desean los niños son ser policías, bomberos, futbolistas, doctores y astronautas. Mi caso fue el contrario. Buscaba en Google y YouTube sobre los volcanes que había en el mundo.
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Al León Dormido le sentimos el aliento a huevo podrido. En ocasiones, viene acompañado de ceniza en señal de una voz sonámbula; tal vez una pesadilla que anuncia su despertar y un dolor acumulado por dentro. A veces se deja ver cuando el cielo está limpio; es caprichoso y coqueto, sabe que apreciamos su majestuosidad. Como diría Tito Rojas: “Él se hizo deseo”.

En el 2012 vi un video publicado por la Organización Panamericana de Salud (OPS) sobre la erupción del volcán Nevado del Ruíz el 13 de noviembre de 1985. Me hipnotizó por el narrador que evocaba calma; por el sonido de una quebrada de agua refrescante que trae la naturaleza; la música que hacía ver esa criatura como inofensiva, y el zoom out de la bestia que pide respeto desde allá arriba. El resto del video muestra el desenlace de haber evadido las voces de alerta: cerca de 25 mil personas perdieron la vida en Armero (Tolima) y en otros municipios como Villamaría y Chinchiná por causa de avalanchas de lodo, roca, hielo y flujos volcánicos.

A partir de ese momento, quise volverme un vulcanólogo. Los primeros oficios que desean los niños son ser policías, bomberos, futbolistas, doctores y astronautas. Mi caso fue el contrario. Buscaba en Google y YouTube sobre los volcanes que había en el mundo. Existía un nombre autoritario e imponente con el nombre Krakatoa (considerado uno de los más peligrosos de la Tierra). También aparecía el monte Fuji, ubicado en Japón, tal vez el más perfecto por su forma triangular. 

Después encontré una animación titulada A Day in Pompeii, que simula la destrucción de Pompeya (Italia) por el Monte Vesubio en el año 79 d.C. Era desolador: el clip mostraba la evolución de la ciudad hasta que se vuelve el apocalipsis en persona: de las pocas cosas con las que me he tapado los ojos. Me causaba pánico el fragmento donde una nube enorme en forma de tsunami de Hollywood se dirigía hacia la cámara. No quiero imaginar ver el video con gafas de realidad virtual.

Dice la descripción del video: “La exposición «Un día en Pompeya» se presentó en el Museo de Melbourne del 26 de junio al 25 de octubre de 2009. Más de 330.000 personas la visitaron, con un promedio de más de 2700 visitantes diarios, convirtiendo así en la exposición itinerante más popular jamás organizada por un museo australiano (…) ZERO ONE creó la animación para una instalación teatral inmersiva en 3D que permitió a los visitantes experimentar el drama y el terror de los habitantes de Pompeya”.

Al estar obsesionado con estos monstruos, me regalaron el libro Para comprender la tierra (2006, Panamericana). En sus páginas se hablaba sobre la formación de la Tierra, la composición de los minerales, las placas tectónicas y los volcanes, entre otras cosas. El ejemplar además de traer imágenes ilustrativas, traía palabras sonoras y bellas: fumarola, cámara magmática, géiseres, calderas, cono volcánico, manantiales de aguas termales y cráteres. Recuerdo subir a Chipre y ver hacia donde estaba el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, y me decía: “Trabajaré allá en el futuro”.

Y después tener una relación como los vulcanólogos del documental Volcanes: la tragedia de Katia y Maurice Krafft (2022). Dicho largometraje trata sobre dos científicos que documentan su trabajo con volcanes en erupción. Las imágenes son impactantes porque la pareja de fuego tenía tremendo parchecito: jugar sobre los bordes del volcán mientras atrás la lava sale disparada. Parecen esas escenas de acción donde el personaje se aproxima a la cámara y atrás explota un edificio.

A Katia y Maurice Krafft no les gustaba la idea de clasificar los tipos de volcanes, pero luego los dividieron en dos: rojos y grises. Los primeros son los más bonitos con sus ríos incandescentes y en donde salen cabellos de Pele, que son finas hebras de vidrio volcánico formadas por lava estirada. A pesar de las trayectorias parabólicas del líquido, los científicos guardan la calma a cada instante. Los verdaderos pirómanos.

Dice Maurice que morir en un volcán rojo es muy difícil porque una corriente de lava se canaliza por un valle, ¿pero con un volcán gris? A esos sí que hay que tenerles respeto. Ellos le llaman “los asesinos”, porque expulsan enormes cantidades de flujos piroclásticos y de ceniza. El Vesubio entra por ejemplo en esa categoría, pero Hollywood con su película Pompeya (2014) lo muestra como si fuera rojo.

Aquí ingresa también el Monte Santa Helena (Estados Unidos), considerado uno de los más mortíferos de ese país. La erupción más conocida de este monstruo fue el 18 de mayo de 1980 al dejar 57 fallecidos y dicen que fue tan potente que la ceniza se depositó en 11 estados. Creo que la magnitud de este evento, a pesar de ser incomparable, pudo ser reflejo de lo que se pudo evitar con el mar de lodo en Armero.

¿Por qué no estudiar vulcanología? Prefiero ver los volcanes desde lejos como expresión de veneración y respeto, aunque guarde un diablo por dentro que le gusta ver la sangre de la tierra caer a borbotones.

Ahora la actividad del Nevado del Ruíz se puede vislumbrar en directo desde el canal del Servicio Geológico Colombiano (SGC). La imagen puede variar según las condiciones meteorológicas y la actividad volcánica. A su vez, el último reporte del SGC dice que el volcán se mantiene en alerta amarilla.

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  • Manizales, 2003. Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Ha escrito para La Patria. Desea convertirse algún día en escritor.

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