Llevo muchos días pensando en si salgo o no salgo a votar en la consulta de este domingo, para elegir candidato presidencial y candidatos a Senado y Cámara del Pacto Histórico.
Mi duda no es por quien votar, al menos en la elección de candidato presidencial: entre Iván Cepeda y Carolina Corcho creo que Cepeda tiene sobrados méritos no solo para ser candidato sino para ser presidente. Es una víctima de la violencia que no hace política desde el odio ni desde la rabia; le admiro su valentía en el proceso penal contra Álvaro Uribe Vélez (que se salvó del juicio en el Tribunal pero no del juicio de la historia); creo en sus acciones en búsqueda de la paz y me parece un hombre íntegro, honesto y comprometido con las reformas sociales que este país sigue necesitando y que el desgobierno de Gustavo Petro no logró aterrizar.
Mi duda, entonces, no es por quién votar, sino por el costo político de salir a votar. Esta semana he estado en consulta interna conmigo misma, reflexionando sobre esta consulta. El diálogo mental de «yo con yo» ha sido más o menos el siguiente:
—Si hoy votan dos millones de personas, el presidente Gustavo Petro, en medio de sus delirios, saldrá a decir que esos son los votos de los ciudadanos que apoyamos su gobierno. Ni riesgos. Petro me parece pésimo, paquete, pendenciero, peleador, patriarcal, ponzoñoso, perezoso, pusilánime y populista, como escribí hace algunos días. Votar la consulta será usado como un respaldo político a su gestión y no quiero eso.
—Puede ser, pero en esa lógica lo contrario también va a ocurrir: si la consulta resulta lánguida y no llega al millón de votos la derecha saldrá a decir que los bajos resultados demuestran que los colombianos queremos que el uribismo regrese al poder. Ni riesgos. Petro podrá ser pesado, problemático y pedante, pero en su gobierno no hay ni falsos positivos, ni masacres paramilitares, ni ministros de Defensa que justifiquen el bombardeo de niños diciendo que eran “máquinas de guerra”. Petro es un pésimo gobernante, pero su ideario político no es indeseable. En cambio, sí es indeseable el país godo, excluyente, extractivista, arrodillado y patriarcal que plantean el Centro Democrático, Abelardo de la Espriella, María Fernanda Cabal, Vicky Dávila, y la derecha que se disfraza de centrista aún cuando no es Halloween, como David Luna, Mauricio Cárdenas o Enrique Peñalosa.
Además, el candidato de Petro no es ni Iván Cepeda ni Carolina Corcho. Es más factible que sea Roy Barreras.
—De acuerdo, pero y ¿el embeleco de la Constituyente? Si el voto por la consulta de hoy es nutrido, eso puede envalentonar a Petro en su idea irresponsable e inoportuna de convocar a una Constituyente. La Constitución de hoy no es perfecta, pero nació de un consenso político muy lejano de la polarización actual. Temo que los votos de hoy le den alas a esa idea inconveniente.
—Es difícil poner a andar una Constituyente a menos de 10 meses de terminar este gobierno. Ese tipo de reformas se hacen cuando los presidentes todavía están de luna de miel con la opinión pública y ese tiempo se agotó hace rato. Además, si algo ha demostrado Petro es su absoluta incapacidad de aterrizar su bla bla bla en ejecuciones concretas. Por eso no creo que por ahí haya un riesgo real.
—¿Y sí vale la pena salir a votar si uno no es militante del Pacto ni del Polo ni de ningún partido?
—Pues claro, por eso es consulta abierta y no consulta interna. Si fuera solo para los carnetizados no imprimirían 39 millones de tarjetones. Colombia tiene una débil tradición de participación ciudadana en las consultas, pero en otros países las llamadas “primarias” son muy importantes para fortalecer la democracia de los partidos, y evitar que se elijan candidatos por banalidades como por ejemplo saber el número que calza el mesías del partido.
—Pienso en los políticos locales y se me quitan todas las ganas de salir a votar. Imagino a un personaje como el representante Santiago Osorio sacando pecho por los votos de la consulta en Caldas… porque aunque él es del Verde actúa acá como petrista, y de verdad que ese solo argumento me parece suficiente para no salir a votar.
—Cierto. Es muy difícil conciliar los intereses políticos nacionales, como por ejemplo una candidatura presidencial, con el manoseo local que se hace de esos votos. Tan maluco pensar en el representante-primo sacando pecho por los votos de la consulta en Caldas como pensar en el excongresista Carlos Felipe Mejía o en el excandidato a la Gobernación Camilo Gaviria haciendo lo mismo si los resultados son flojos. Somos muchos los ciudadanos que vivimos atrapados en un sánduche.
—No deseo salir a apoyar una consulta en la que hay tanto ruido de corrupción… Por ejemplo la columna de hoy de Laura Ardila en El Espectador denuncia que en la Agencia Nacional de Tierras están usando recursos públicos para respaldar la campaña de Miguel Leonardo Martín Peña en Córdoba.
—Infortunadamente en todas las listas de todos los partidos siempre hay impresentables y de hecho hay nombres que son suficientes para vetar una lista completa. Pero la consulta es precisamente una oportunidad para depurar, o para quitarle peso a gente que a uno no le gusta. En la consulta de hoy hay aspirantes al Senado por los que jamás votaría, como Isabel Zuleta, conocida como “La reina Isabel”, a raíz de una columna buenísima de Ana Cristina Restrepo. Tampoco votaría por Wally (Walter Alfonso Rodríguez Chaparro), ni por ningún influencer (el senador J. P. Hernández ya evidenció que eso sale muy mal), ni por el actor Agmeth Escaf, entre otros.
—Ni riesgos votar por esos, como tampoco por Daniel Quintero, que sale en el tarjetón junto a Iván Cepeda y Carolina Corcho porque renunció a su aspiración cuando ya habían impreso el material electoral, que toma varias semanas llevar hasta los puestos de votación más remotos de todo el país. Quintero no merece votos sino investigaciones.
—Pero así como hay nombres “invotables”, hay otros que sí merecen apoyo. Por ejemplo está Jacqueline Castillo Peña (número 76), una de las líderes más visibles de la Fundación Madres de los Falsos Positivos de Soacha, y ayer Sara Tufano invitó en su columna en El Tiempo a apoyar a Alirio Uribe Muñoz (número 44), quien antes de ser congresista fue presidente del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar) y tiene amplia experiencia en defensa de los derechos humanos. Hay que hacer la tarea de revisar la lista de nombres y buscar opciones. Entre 144 aspirantes es imposible que ninguno sirva.
—¿Y para la Cámara en Caldas?
—Ahí son apenas 6 opciones las que aparecen en el tarjetón: la líder social del Movimiento Socioambiental Kumanday Erika Muñoz; el profesor de arquitectura Luis Fernando Acebedo, quien fue candidato a la Alcaldía de Manizales hace unos años; Carlos Cruz, candidato a la Gobernación de Caldas en la última elección; Yalile García, víctima de la violencia en Samaná; Nora Milena Contento, secretaria de la Mujer en la Alcaldía de Carlos Mario Marín, y Álvaro García Velásquez, abogado de Chinchiná.
—Toca revisar. No se trata de decidir ya por quién votar para Presidente o Congreso, sino quién podría ser candidato de la izquierda en las elecciones del año entrante.
—Toca revisar y toca votar. A los émulos criollos de Bukele, Trump, Milei y Bolsonaro hay que frenarlos desde las urnas.