Claro como el copete del presidente

18 de octubre de 2025

Es muy sintomático que el presidente de Estados Unidos haya reconocido esta semana que la CIA está actuando en Venezuela con el objeto de afectar o terminar con el gobierno de ese país.
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Que la CIA ha participado y participa en el control de las disidencias, de las diferencias, o de quienes no siguen la línea que ellos dan, es algo reconocido no solo por las personas de izquierda o por los comunistas del mundo entero. De hecho, su intervención es algo que ocasionalmente piden algunos actores de las derechas, cuando sienten que otras estrategias para cambiar un gobierno fallan —hasta una “premio de paz” lo ha insinuado. Y no ha importado si se trata de presidentes elegidos por voto popular, democrático y legal, o no. Se ha intervenido y se interviene en nombre de la seguridad, la paz, la democracia y los valores de Occidente. Y lo han hecho de múltiples formas, incluyendo instrucción, entrenamiento, financiación, suministro de armas, sabotajes (terrorismo con otro nombre) y hasta asesinatos selectivos.

Lo hacen los rusos en la actualidad a través de su agencia y utilizando colombianos y otros latinos como su más reciente herramienta, para sabotear. Lo hacen los israelíes con su organización secreta y en nombre no solo de su seguridad sino por haber sido “escogidos” por su dios. Y lo hacen los representantes de países declarados como comunistas o socialistas, como en el pasado la famosa KGB de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y en la actualidad los chinos. Y seguramente lo han hecho los organismos de espionaje internacional de otros países, aunque en menor medida.

Pero casi nunca lo confirma un presidente, menos el de un país occidental potencia capitalista, defensor de la democracia y respetuoso de las leyes. Por ello es muy sintomático que el presidente de Estados Unidos haya reconocido esta semana que su agencia está actuando en Venezuela con el objeto de afectar o terminar con el gobierno de ese país —autocrático, no reconocido como legítimo y acusado de promover el narcotráfico. Y lo ha hecho de manera informal, como si se tratara de una acción cualquiera: para ellos es solo normal. Lo mismo que cuando ha anunciado que atacaron con misiles, sin advertencia alguna, otra lancha más que se desplazaba por el Mar Caribe y en la cual dicen se lleva cocaína hacia los Estados Unidos. Que mueran dos u once tripulantes, pescadores, empleados de narcotraficantes o “mulas” es lo de menos; se estima que ya van veinte, pero es solo un estimado pues nada se sabe de su número o identidad: ni cuerpos hay —ni cocaína para pesarla. Peor aún, uno de los funcionarios del gobierno estadounidense afirmó que con la droga que carga una de esas lanchas iban a morir 25.000 ciudadanos consumidores en su país, cifra totalmente improbable y, de ser cierta, pues los consumidores se acabarían en un año o algo así. Si mueren 25.000 con la carga de una lancha, y por esa ruta se calcula que pasa menos del 10% de la cocaína que va para Estados Unidos, pues estarían muriendo unos 250.000 consumidores gringos en una semana y una cifra mucho mayor en un año.

Trump ha desafiado lo habitual, lo legal y lo constitucional del país norteamericano, y sigue adelante, mientras no lo detengan los jueces, las cortes, o los votantes dentro de cuatro años.

Por ahora, preparémonos para ver más de esas películas de los policías buenos de mundo salvando a la humanidad de una catástrofe. No sé qué tanto dure y hasta qué extremos se llegue en el caso de este mandatario, al que consideran que ya está maduro. Se trata según el gobierno Trump de una “causa justa”, como se llamó otra de las intervenciones de los gringos (CIA, Navy, Army y todo lo demás) para derrocar a otro gobierno.

Lo que queda claro es que en Colombia se podrá esperar que el gobierno estadounidense verá “con buenos ojos” que en la siguiente elección presidencial en Colombia triunfe un candidato más afecto a ellos y que se queje menos de su forma de actuar con las ejecuciones extrajudiciales que están haciendo en el Caribe. Así supongo que colaborará en su elección y tal vez aporte algo más concreto o más “efectivo”. No sé si a través de la CIA… tal vez no sea necesario.

Pero Trump está listo a reconocerlo si le toca, a diferencia por ejemplo de lo que hizo Nixon en Chile. Y no se despeinará al decirlo.

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  • Psicólogo, comunicador-periodista y magister en comunicación. Exprofesor y exdirectivo en la Universidad de Manizales. Experiencia en radio informativa, periodismo científico y columnista. Corriendo a des-atrasarme de lo que no había hecho antes.

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