Durante varios años tuve la dicha de compartir cabina radial de lunes a jueves de 5:00 p. m. a 6:00 p. m, con César Augusto Montes Loaiza. Hacíamos El Vespertino, un magazín que todavía se emite por UM FM. Aunque era un programa de variedades, nuestros propios gustos y sesgos nos llevaban a entrevistar con frecuencia a personas cercanas al mundo de la cultura: teatreros, poetas, escritores, cineastas, artistas plásticos. Desde que empezábamos la conversación con el invitado, el operador de audio, los estudiantes que nos acompañaban en el estudio y yo nos mirábamos cómplices esperando el momento en el que el decano (César Montes siempre será “el decano”) lanzara la pregunta que hacía parte invariable de su cuestionario personal para artistas: ¿y eso sí le da para vivir? que traducida al lenguaje de este 2025 sería ¿y eso cómo se monetiza?
Nadie le pregunta a un ingeniero, un arquitecto o un abogado si eso sí le da para vivir. Se da por descontado que sí, aunque después de la Ley 100 algunos médicos digan que a ellos ya no. En cambio, entre los que se dedican a las humanidades (comunicación, filosofía, antropología, sociología) y con mayor razón a las artes, esa pregunta hace parte de la conversación familiar al momento de seleccionar la carrera, y también del ejercicio profesional. El pichón de artista puede alegar que Gabriel García Márquez y Fernando Botero se volvieron millonarios con sus oficios, pero el que está en plan opositor puede recordar que la biografía de estos dos personajes incluye grandes penurias económicas antes de alcanzar la fama y la gloria. El vate dirá que la fama es una vergüenza capitalista y que el verdadero artista no busca ese reconocimiento —al fin y al cabo las uvas están verdes, dice la zorra de la fábula— pero el hermano o primo ingeniero siempre estarán atentos a señalar que en los supermercados no reciben poemas o performances como parte de pago por la leche y los huevos.
Berrionditas, todas las mamáes sufrimos si un hijo nos sale poeta…Vayan a ver esta bella tragicomedia. pic.twitter.com/r44LN7du2V
— Tola y Maruja (@Tolaymaruja) August 29, 2025
Esa angustia económica es una de las aristas que desarrolla el cineasta Simón Mesa Soto en “Un poeta”, película que se rodó a comienzos de este año y que en mayo recibió el premio especial del jurado en el ciclo «Una cierta mirada», en la edición 78 Festival de cine de Cannes. Es paradójico que el joven cineasta antioqueño Simón Mesa Soto alcance el éxito con una tragicomedia que habla del artista fracasado. Este es su segundo largometraje: en 2021 dirigió “Amparo”, que se puede ver gratis en RTVC Play.
Me pasa que cuando voy a cine y veo una película que me gusta o me conmueve o me suscita reflexiones quisiera que todos fueran a verla. Pero pasa también que entre el momento en el que uno invita y el día en el que la gente toma la decisión de ir hasta la sala de cine es posible que la película ya no esté en cartelera. Ocurrió por ejemplo con “Estimados señores”, el film de Patricia Castañeda que reconstruye la lucha por el voto femenino en Colombia. A pesar de ser una producción pertinente y de gran calidad, y que el público empezó a acogerla, apenas duró dos semanas en cartelera en diciembre de 2024, y fue retirada sin mayor explicación.
Toda la semana las salas estuvieron llenas y la quitaron. @MunirFalah respetuosamente pedimos conocer cómo funciona el sistema de exhibición. https://t.co/swkpI4Wd7l
— Patricia Castaneda (@castanedapat) December 13, 2024
“El conjuro”, “Dónde está el piloto”, “Lilo & Stitch” y otras gringadas se quedan pegadas hasta dos meses en las salas de exhibición de todo el país. Pero “Un poeta” es una película colombiana, y aunque puede ser el mayor éxito en taquilla este año para una película nacional, nunca se sabe cuándo la van a quitar y por eso es mejor que vayan a verla hoy mismo.
“Un poeta” es una película de personaje. Ubeimar Ríos es un profesor de Rionegro, próximo a jubilarse, y fue el actor natural seleccionado para interpretar a Óscar Restrepo, un personaje entrañable y noble, aunque, como le dice su hermana, es un fracasado. En su lejana juventud Óscar publicó dos poemarios. En la contraportada de uno de sus libros aparece joven y sonriente, pero en el presente ya no es ni lo uno ni lo otro. Tiene un cuadro de José Asunción Silva en su habitación, le pide plata prestada a la mamá y a la hija, bebe casi a diario y aunque él se define como poeta, su familia lo sufre como un desempleado al que hay que mantener. Además, es un poeta que ya no escribe y en los recitales lee lo que publicó hace más de dos décadas, cuando ganó un concurso literario en un pueblo de Antioquia. Vive de su efímera gloria remota. Fue una promesa literaria que se quedó en promesa y ahora carga con deudas y presión familiar.

La maestría del cineasta Simón Mesa Soto consiste en contar en tono de comedia la tragedia vital de Óscar Restrepo, ese poeta fracasado que a cada espectador le recuerda a alguien conocido. La película es un extraño drama doloroso que nos hace reír. En un diálogo entre Simón Mesa y el crítico Pedro Adrián Zuluaga el cineasta dice que la comedia no era el tono inicial, pero fue abriéndose paso a medida que escribía. “Tuve una asesora de guion increíble que es Paz Alicia Garciadiego, una guionista mexicana, y ella me dijo: ‘si tú te vas a reír y vas a dejar entrar la comedia te tienes que reír de todo’. Ella hablaba de la sociedad tan implacable en la que vivimos, en la que uno tiene que cuidar de qué reírse. Ella me decía: ‘ríete de todo’”.
En “Un poeta” hay críticas que apuntan a distintos lados: a la pornomiseria, al feminismo sectario, al asistencialismo europeo, a la ausencia de pregunta sobre la calidad en la poesía, a la pose del escritor, a encuentros literarios que definen su programación e invitados por caprichos personales e intereses más cercanos a las relaciones públicas que al arte. Óscar, el poeta protagonista, desea genuinamente escribir bien, sin esperar reconocimiento o fama, aunque la cotidianidad de las deudas le exija pensar en cómo vivir de eso que ama, y esa es una pregunta que se traslada a otros campos artísticos, como el cine. En una entrevista con El País el director Simón Mesa dijo que la película nació porque “en un principio quería ponerme un espejo, ser yo quien fuese retratado y bajo esa idea surgió”.
Desde mañana lunes y hasta el 7 de septiembre se realiza en el Centro Cultural Rogelio Salmona la 16° Feria del Libro de Manizales, un evento que reúne a escritores, amantes de la literatura, lectores y personas interesadas en el mundo del arte. En esta Alcaldía la Feria ha recibido una importante inyección de recursos públicos, incomparable con las migajas de dinero que recibió en el pasado. ¿Les pagan hoy a los conferencistas y escritores locales que presentan sus libros, como ocurre en otras ferias y como incluso se hizo acá hace algunos años? ¿cuáles de los muchísimos jóvenes invitados, con un único libro publicado (o ninguno) serán como Óscar Restrepo en dos o tres décadas? Teniendo en cuenta que Manizales carece de política pública sobre el libro y la lectura ¿la lista de invitados atiende a los caprichos, gustos, antojos o intereses particulares de quiénes? ¿aún importa la calidad en la literatura? ¿eso sí da para vivir? Vean “Un poeta” y vayan a la Feria del Libro. Tenemos mucho de tragicomedia.
