¿Jóvenes antiempresa?

14 de julio de 2025

Se tiende a ver el "sesgo antiempresa" solo como una postura del petrismo, sin ver reclamos legítimos de algunos jóvenes que tienen su propia visión en su experiencia con el mercado laboral y las empresas.
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El “sesgo antiempresa” se ha vuelto tema recurrente entre sectores productivos, con intentos de entenderlo, encasillarlo, incluso neutralizarlo. A menudo, se ve con tanta ansiedad que lleva a verlo solo como una postura del Gobierno Petro y sus bancadas, sin distinguir reclamos legítimos de sectores sociales, como los de ciertas tendencias entre jóvenes que tienen su propia visión en su relación con el mercado laboral y las empresas.

En el “sesgo” se mezcla todo en un mismo paquete, lo que impide comprender y responder. Las gafas con las que leemos a Petro se nos vuelven venda al interpretar los mensajes de ciertos jóvenes. Esto nos lleva a responder con solo proselitismo y polémica, cuando podríamos hacerlo desde el diálogo y la búsqueda de soluciones compartidas.

El “sesgo antiempresa” se le ha visto a Petro desde hace años. En una columna de La Silla Vacía, la periodista Laura Ardila señalaba que al criticar a privados, Petro mezclaba su defensa del Estado como prestador de servicios y su lucha contra mafias, terminando por mostrar un sesgo empresarial. Se trata de una columna escrita en 2012, cuando Petro era alcalde de Bogotá.

Ahora bien, el “sesgo antiempresa” también se le ha llegado a reclamar a los “jóvenes”. Así, en general: “jóvenes”, todos ellos sin matices. Con más ahínco desde el estallido social de 2021, que nos cambió para siempre. Pero desde entonces se suelen ver las posiciones de los “jóvenes” sólo como adiestramiento o manipulación de Petro y sus partidos.

Las vivencias que tienen los jóvenes antes, durante y después de una experiencia de empleo, marca en parte la forma como perciben a las empresas. Si vamos a algunos datos, encontramos que, según el DANE, en Manizales 44 mil jóvenes (entre 18 y 28 años) estarían por fuera de la fuerza laboral, es decir que no buscan trabajo, o porque no pueden trabajar, o no lo necesitan, o no les interesa. ¿Cómo verán las empresas desde esa perspectiva? 

Aunque el desempleo juvenil ha disminuido en la ciudad —de casi 13 mil desempleados en 2021, a 9.200 en 2024—, la ocupación no crece de forma sostenida. El salario promedio juvenil es de cerca de $1.500.000 en Manizales, Pereira y Armenia. Y aunque estas ciudades del Eje Cafetero están dentro de las diez primeras capitales de Colombia, es fácil pensar que ese promedio salarial refuerce en los jóvenes posiciones escépticas frente al mercado y, por extensión, frente a las empresas.

Pero es que, en contraste, los jóvenes reciben desde ya mensajes que sugieren que sus talentos e intereses personales podrían volverse obsoletos. El profesor Alejandro Barrera, de la Universidad de Manizales, resaltó que el informe The Future of Jobs Report 2025, del Foro Económico Mundial, proyecta una caída en profesiones como la imprenta, los diseñadores gráficos, la docencia, el multilingüismo o el marketing. Por el contrario, se valorizan perfiles en inteligencia artificial, ciberseguridad, big data, energías renovables y desarrollo de software. 

Esta prospectiva global parece homogeneizar las aspiraciones profesionales, ignorando contextos locales y desarrollos personales. Además, se valorizan conocimientos de alto componente cuantitativo, en un territorio donde la enseñanza de matemáticas se ha estancado y deja preguntas sobre la calidad de educación que reciben los jóvenes. En Manizales, 3 de cada 10 estudiantes tiene dificultades en matemáticas, según la prueba Saber 11. En Pereira también les cuesta a 3 de cada 10 y en Armenia, la mejor entre las tres, a 2 de cada 10.

Con su idea de consulta popular, el presidente Petro puede que haya sido quien buscó sintonizar con las preocupaciones laborales de los jóvenes. Algunas de las preguntas propuestas conectan con sus experiencias. Según la más reciente Encuesta Polimétrica, de mayo, había alta aprobación de preguntas como dar tasas preferenciales a MIPYMES productivas (88%), que los aprendices del SENA tengan contrato laboral (94%), y que los repartidores de aplicación puedan pactar contratos y tener seguridad social (90%). 

Todas ellas de alto interés para jóvenes empleados informales o emprendedores. El 66% de las personas entre 18 y 25 años, en todo el país, dijeron que votarían la consulta. De 26 a 35 años también lo harían en un 64%. Varias de estas propuestas fueron aprobadas con la reforma laboral.

Esta columna no profundiza en que el deseo de los jóvenes deba sincronizarse con una mirada de estabilidad y crecimiento económico. Eso deberá ser parte de las conversaciones e intercambios reales con ellos, desde el sector productivo y la movilización juvenil. Por ahora, La Patria contó que algunos empresarios “prefieren pagar multa al SENA que contratar aprendices”. ¿Con cuál “sesgo” recibirán los jóvenes ese mensaje?

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Autor

  • Abogado y periodista. Director de Manizales Cómo Vamos. Profesor de periodismo en la Universidad de Manizales. Ganador en una ocasión con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Codirector de Barequeo.

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