En qué momento se jodió todo esto

11 de julio de 2025

Le preguntaron a Miguel Antonio Caro, el ideólogo de la Constitución de 1886, qué diferencia, filológicamente hablando, había entre estar dormido y estar durmiendo. La misma, respondió con su habitual acritud, entre estar jodido y estar jodiendo.
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UNO

Si eres de los que colecciona inicios de novelas debes recordar este:

«Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál? Frente al Hotel Crillón un perro viene a lamerle los pies: no vayas a estar rabioso, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución»

La pregunta data de 1969, y debe ser vista como una fórmula retórica, esa que da pie para disímiles respuestas y aproximaciones todas ellas también, retóricas. Por ejemplo, en marzo del 2017, el Comercio de Lima planteó la pregunta a varios escritores peruanos. Gustavo Rodríguez Vela, premio Alfaguara 2023, escribió:

«El Perú terminó de joderse una mañana de setiembre de 1750, cuando el virrey Manso de Velasco confirmó que había dejado de dolerle el canal del pene. La noche anterior el gaditano Agapito Morillas lo había asistido, orinal en mano, durante la expulsión de una piedra colosal y fue el único testigo de sus juramentos a Cristo y su madre»

Jeremías Raúl Gamboa, escritor de la nueva camada apuntó:

«La brillantez de esa pregunta es que no tiene respuesta, o tiene una respuesta demasiado quemante: el Perú se jodió al momento mismo de nacer. Su concepción tuvo como base un hecho asimétrico y brutal que fundó una nación herida y enemistada con una de sus mitades, la indígena»

Volvamos al principio:       

Si eres de los que colecciona inicios de novelas debes recordar este:

            «colombianos: atropelladores, paridores, carnívoros, cristianos, ¿hasta cuándo van a abusar de mi paciencia? ¿Piensan que van a seguir impunes como hasta ahora, de fiesta en fiesta sentados en sus culos viendo darle patadas a un balón?

           Empecé como presidente, seguí como dictador y hoy ando de tirano superándome en mis hazañas. Idos son los tiempos en que fusilaba. No bien asome mañana el astro rey su cabeza loca por entre el cendal de nubes del amanecer de la sabana empiezo la decapitadera. Testas cabelludas son las que van a rodar en las plazas de Colombia, van a ver»

Claro, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, una de las tautologías preferidas de Colombia, país de oradores y gramáticos, así que una cosa es Mario Vargas Llosa y otra cosa es Fernando Vallejo, aunque los dos a su modo recurren a un asunto similar:

¿En qué momento se jodió todo esto?

Porque si el Perú de Vargas Llosa se jodió con la dictadura de Odría (1948- 1956) y se volvió a joder con  Sendero Luminoso y se acabó de joder con Fujimori el difunto, y con su hija la senadora vitalicia y después con la Boluarte, la Colombia de Vallejo, ¿desde cuándo está jodida? Según nos cuenta el escritor del barrio Laureles, Colombia está jodida desde siempre o por lo menos desde que Vallejo tiene uso de razón allá comenzando los años cincuenta: «Desde niño sabía que Colombia era un país asesino, el más asesino de la tierra, encabezando año tras año, imbatible, las estadísticas de la infamia. Después, por experiencia propia, fui entendiendo que además de asesino era atropellador y mezquino. Y cuando reeligieron a Uribe descubrí que era un país imbécil. Entonces solicité mi nacionalización en México. Así que quede claro: esa mala patria de Colombia ya no es la mía y no quiero volver a saber de ella. Lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir», escribió en el 2007, cuando renunció a la nacionalidad colombiana, aunque en un acto muy colombiano incumplió su promesa para volver al barrio Laureles, en abril del 2018.

De verdad, ¿en qué momento se jodió Colombia?

DOS

Para una pregunta retórica, una respuesta retórica:

¿En qué momento se jodió todo esto?

Uno podría ensayar una respuesta que calce bien con nuestra tendencia al drama, a las narrativas catastróficas, al desastre como destino, y en ese tonito lastimero que nos gusta, decir que estamos jodidos desde el día en que Antonio Nariño en representación de los criollos santafereños y  Camilo Torres en representación de los criollos de Tunja iniciaron la primera de nuestras guerras civiles, la Patria Boba.

También podríamos decir que esto se jodió desde el día en que Rafael Núñez abolió la Constitución de Rionegro después de la batalla de la Humareda y decidió que había que escribir una Constitución católica y apostólica de la mano de Miguel Antonio Caro y de paso iniciar el periodo más ñoño y godo de nuestra historia, el de la república conservadora que acabó con el sueño de una república laica y liberal.

Otros dirán que Colombia se jodió cuando mataron a Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril y se recrudeció la violencia que ya había arrancado en 1930.

Y habrá quien diga, como no, que esto se jodió, o terminó de joderse el 19 de abril de 1970 cuando las elecciones presidenciales las perdió misteriosamente en una noche el general Rojas Pinilla. O cuando…En fin. Abro ahora un paréntesis para que el lector formule aquí su hipótesis:

(………………………………………………..)

Sin embargo, me asalta una teoría de último momento que emerge de nuestra historia teñida de gramática y balazos. Cierto día le preguntaron a Miguel Antonio Caro, el ideólogo de la Constitución de 1886, qué diferencia, filológicamente hablando, había entre estar dormido y estar durmiendo. La misma, respondió con su habitual acritud, que entre estar jodido y estar jodiendo.

De verdad, ¿estamos jodidos o estamos jodiendo?   

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Autor

  • Aranzazu, Caldas. médico anestesiólogo, escritor. Ha publicado De cómo Johny el leproso se anticipó a la muerte (2011); Los dormidos y los muertos (2018); La vida que nos merecemos (2025). Actualmente prepara la novela La obtusa marginal.

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Directora Adriana Villegas Botero